La sanación no es lineal: Comprendiendo la desregulación y la activación desde la Terapia Somática

En el camino de sanación, es común encontrarnos con momentos de desregulación y activación. A veces, podemos caer en la idea errónea de que sanar significa alcanzar un estado de bienestar permanente, sin altibajos. Sin embargo, la realidad es muy distinta: la sanación es un proceso, no un destino final.

La Sanación Como un Proceso de Cicatrización

Imaginemos la sanación como una herida en la piel. El objetivo no es que la piel vuelva a ser exactamente como antes, como si nada hubiera pasado, sino que desarrollemos un sistema de cuidado a su alrededor. Lo mismo ocurre con nuestro sistema nervioso.

A lo largo de nuestra vida, vivimos experiencias que pueden dejar marcas en nuestro cuerpo y mente. Estas experiencias, especialmente aquellas asociadas al trauma o al estrés crónico, pueden hacer que nuestro sistema nervioso desarrolle respuestas automáticas de protección. A veces, estas respuestas se activan sin que lo elijamos conscientemente.

Cuando la Neurocepción Percibe Peligro Donde No lo Hay

Nuestro sistema nervioso está constantemente evaluando el entorno en busca de señales de seguridad o peligro. Este proceso, conocido como neurocepción, ocurre a nivel inconsciente y determina nuestras reacciones fisiológicas.

En ocasiones, aunque nuestra mente racional sepa que no estamos en peligro, nuestro cuerpo reacciona como si lo estuviéramos. Esto puede manifestarse en forma de ansiedad, insomnio, dolores de cabeza, tensión muscular o incluso el retorno de antiguos patrones de conducta.

Es importante recordar que estos síntomas no son un error. Son mensajes de nuestro cuerpo que nos señalan dónde hay energía acumulada que necesita ser procesada y descargada de manera saludable.

La Terapia Somática Como Vía Para Liberar Energía Acumulada

Sanar no significa no volver a sentir ansiedad o estrés, sino aprender a sostenernos en esos momentos, con herramientas que nos permitan regresar a la calma y la seguridad en el cuerpo.

La Terapia Somática trabaja con pequeñas dosis de activación para ayudar a nuestro sistema nervioso a liberar la energía residual atrapada. En lugar de reprimir o ignorar los síntomas, los observamos con curiosidad y compasión, permitiendo que encuentren una vía de expresión segura.

Al validar nuestros recursos internos y aprender a reconocer nuestras señales corporales, favorecemos descargas saludables que nos ayudan a recuperar energía vital. Este proceso nos permite expandir nuestra capacidad de regulación y aumentar nuestra resiliencia emocional.

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