Sistema nervioso y trauma: cómo entender tu respuesta de lucha, huida o congelamiento

Introducción

Cuando percibimos una amenaza en nuestro sistema nervioso, nuestro cuerpo despliega de forma automática respuestas fundamentales para nuestra supervivencia. Sin embargo, en el contexto del trauma, estas respuestas pueden quedar atrapadas en el cuerpo, afectando la salud emocional y física. En este artículo, profundizaremos en cómo la Terapia Somática trabaja el Trauma.

Qué es el Sistema Nervioso

Comencemos recordando que el sistema nervioso autónomo es lo que funda nuestras experiencias vividas. Es desde dónde nos relacionamos con lo que nos pasa. Es un cableado que conecta nuestro cerebro con todo nuestro cuerpo, transmitiendo constantemente información para relacionarnos y actuar en el mundo.

La Respuestas del Sistema Nervioso: Lucha, Huida y Congelamiento

“En respuesta a la amenaza y la herida, los animales -incluyendo los humanos- ejecutan desde su base biológica, patrones de acción inconscientes que los prepara para enfrentar la amenaza y defenderse a ellos mismos” Peter Levine

Cuando percibimos una situación como amenazante, en nuestro sistema nervioso se pueden dar, de forma automática e inconsciente, 3 tipos de respuestas que forman parte de mecanismos instintivos diseñados para garantizar la supervivencia.

Las 3 respuestas son:

  1. Lucha (Fight):

    • La respuesta de lucha implica la activación del sistema nervioso simpático, preparando al cuerpo para enfrentar la amenaza. Se manifiesta en la preparación para la confrontación, el aumento de la energía y la tensión muscular. En el trauma, esta respuesta puede persistir como irritabilidad crónica, agresión desproporcionada o dificultades para relajarse.

  2. Huida (Flight):

    • La respuesta de huida está orientada a escapar de la amenaza. Se caracteriza por una aceleración del ritmo cardíaco, una respiración rápida y la movilización de energía para la acción. En el contexto del trauma, esta respuesta puede traducirse en una sensación constante de ansiedad, evitación persistente o la búsqueda constante de distracciones.

  3. Congelamiento (Freeze):

    • La respuesta de congelamiento implica una inmovilización del cuerpo como estrategia para evadir la amenaza. Es un mecanismo de autoprotección que puede estar vinculado a la desactivación del sistema nervioso simpático. En el trauma, esto puede manifestarse como una sensación de entumecimiento emocional, desconexión del cuerpo o una respuesta aparentemente inexpresiva ante situaciones estresantes.

A qué nos referimos con Trauma?

La palabra trauma, en su origen griego, significa herida. Nuestra forma de relacionarnos con nuestras heridas es la que dicta en gran medida nuestro comportamiento y forma de percibir el mundo.

El médico y sanador Gabor Maté señala que el trauma no es lo que le pasa a una persona, sino lo que ocurre en su interior. El trauma, entonces, no se define por un evento externo, sino por la percepción de nuestro sistema nervioso de un evento determinado, es decir, cómo percibimos lo que nos pasa.

El psicólogo y médico reconocido Peter Levine señala que estos eventos pueden alterar el equilibrio biológico, psicológico y social de una persona hasta tal punto que el recuerdo de un suceso concreto puede llegar a empañar y dominar todas las demás experiencias, ofuscando la percepción del presente.

Así, el trauma no es solo el resultado de eventos objetivamente impactantes y dolorosos, sino que también puede surgir de la falta de apoyo emocional, la negligencia, la desconexión interpersonal y la invalidación de las emociones. Maté señala cómo, así, alguien desprovisto de las marcas del trauma sería un bicho raro en nuestra sociedad.

Ante una situación percibida como amenazante, sucede en nuestro sistema nervioso, una desconexión necesaria. El problema es cuando estas respuestas del trauma se estancan en nuestro sistema nervioso, sin alcanzar su resolución.

Cómo Aborda la Terapia Somática el tratamiento de Trauma:

Si bien existen diferentes métodos de Terapia Somática, todos ellos coinciden en el trabajo en 3 grandes etapas:

  1. Alcanzar recursos de seguridad

    En la primera etapa es esencial buscar reconectar con nuestra conciencia sensorial a un ritmo que sea apropiado para el consultante. Se pueden utilizar herramientas prácticas cuerpo-mente enfocadas en dar estabilidad, seguridad y desarrollar recursos. Demorarnos en este paso es esencial, ya que en muchos casos reconectar con el cuerpo sentido puede resultar muy aterrador.

    Apoyo y crecimiento: Al percibir ese apoyo de la seguridad sentida, el consultante se siente cómodo como para explorar y recibir más información de su experiencia actual

  2. Procesar el material desafiante o traumático en un ritmo adecuado

    Entramos en fase dos cuando sentimos que podemos pensar volver a experimentar nuestra escena traumática con un pie en el acelerador, sintiendo cómo ahora podemos mover nuestro cuerpo con una respuesta. Trabajando con mucha conciencia en la ventana de tolerancia del consultante. Nos apoyamos en pequeñas activaciones, para trabajar con las respuestas adaptativas que pueden estar congeladas. Es central volver a “islas de seguridad" en esta etapa, para poder avanzar. Si no respetamos el propio ritmo del consultante, corremos riesgo de que la persona se sienta abrumada y re-traumatizada.

  3. Reintegrar nuevas experiencias en la identidad y los relaciones

    Trabajando con nuestras activaciones, ensanchamos nuestra capacidad de estar presente y dentro de nuestra ventana de tolerancia, aún en momentos desafiantes o gatillantes. De esta forma, avanzamos de forma más integrada, plena y autónoma y construímos vínculos más saludables que posibilitan una mayor conexión.

Conclusión:

Como los traumas son experiencias pre-verbales, la terapia somática es un abordaje muy adecuado para su tratamiento y sanación.

Enfrentarnos al trauma, sin negarnos ni identificarnos en exceso, es la puerta a la salud y el equilibrio. Al liberar las respuestas instintivas atrapadas en el cuerpo, la terapia somática allana el camino hacia una vida más plena y empoderada.

"Si tratamos al trauma como un suceso externo, algo que nos pasó o pasó a nuestro alrededor, se convierte en parte de una historia de la que nunca podremos disociarnos. Si, por el contrario, vemos el trauma como lo que sucedió en nuestro interior, como resultado de lo ocurrido, en el sentido de que nos causó heridas o desconexión, la curación y reconexión se convierten en posibilidades tangibles” Gabor Maté

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